Como están hechas de porcelana, un material muy duradero, las carillas pueden durar hasta 20 años con los cuidados adecuados. Para mantener la calidad de las carillas, el paciente debe reducir o eliminar la ingesta de alimentos pegajosos, extra duros, ácidos o demasiado azucarados.

Si el paciente tiende a apretar y rechinar sus dientes, especialmente por las noches, se puede proporcionar una guarda dental para evitar que las carillas se desgasten. Si se desprende una carilla (lo que no sería común), generalmente se puede reparar o reemplazar.

La mayoría de las personas pueden utilizar carillas dentales. Sin embargo, existen aspectos muy importantes a considerar, como: tener dientes sanos y sin caries, no sufrir de enfermedades en las encías, poseer un esmalte dental fuerte, tener dientes completamente desarrollados y, preferentemente, no tener tendencia a apretar la mandíbula. El general, el paciente debe ser alguien capaz de comprometerse con el cuidado e higiene bucal adecuados.

La cantidad de carillas se puede basar en la cantidad de dientes que quedan expuestos cuando sonríes, pero no es una regla. Es posible que necesites más o menos, según de lo que desees arreglar. Durante la consulta, el especialista te ayudará a elegir la mejor opción. Es mejor seleccionar la cantidad de carillas por números pares, por ejemplo: dos, cuatro (y así sucesivamente), con el fin de obtener un resultado de aspecto natural.

Al tener carillas, se recomienda reducir o eliminar por completo hábitos como: morderse las uñas, abrir bolsas o botellas, o romper cáscaras de nueces con los dientes; rechinar o apretar la mandíbula y comer alimentos extremadamente duros o pegajosos. Esas son algunas de las cosas más comunes que debes evitar si deseas que tus carillas se conserven en óptimo estado.